domingo, 20 de febrero de 2011

HEIDI Y OTROS

Los dibujos de los chinos (y cuando digo chinos me refiero a orientales en general), han marcado infancias, en particular Heidi. Hay un antes y un después en la vida de cualquiera cuando se ha crecido con Heidi.
Empieza la historia con una tía que deja a la sobrina con el abuelito porque ella tiene que trabajar. El abuelito pone mala cara y no le mola un pijo la idea, y claro, dice uno... que sieso de abuelito, que amargao el tío, que poca querencia al ADN.
Y luego la niña cabezona y con voz de pito acatarrao suelta:
- Abuelito dime tú que sonidos son los que oigo yo, abuelito dime tú porqué llovió porqué nevó, dime porque huele el aire así, dime porqué yo soy tan feliz. Abuelito nunca yo de ti me alejaré.
Empezando por el final de la parrafada de la niña, se deduce que no piensa independizarse la jodía. Como todos, a vivir de la sopa boba, o del queso bobo en este caso.
Claro, enseguida entiende uno la negativa del abuelito, que se nota que ya sabía de qué iba el percal y que tenía una nieta que era un puto coñazo, preguntona la niña, que te dan ganas de decirle:
- Anda que si supiese yo todo eso iba a estar ordeñando cabras, rica.
El hombre se la queda, de mala gana, preguntándose qué será de la paz que tenía él allí, en los Alpes, cual Dalai Lama en el Tibet. Mientras la tía va corriendo con la maleta montaña abajo, no vaya a ser que se arrepienta el viejo y tenga que cargar otra vez con la cabezona loro de la niña.
La niña era una resabiada que no quería estar más que descalza por ahí, tirándose al verde y rodeada de viejos. Lo que le iban los viejos a la niña, que si el abuelito, que si la abuelita ciega de Pedro que si la abuelita finolis de Clara. Por cierto, que esta mujer iba peinada como una fallera mayor.
Se hace amiga la niña del pastor y yo creo que aquí había más que amistad, lo que pasa que claro, con la censura de aquellos tiempos...
Porque yo recuerdo que un día viendo en mi casa Heidi, se fue la imagen de la pantalla y sólo se oía, y decía Pedro:
- Muy bien, Heidi , muy bien, sigue así que lo haces muy bien.
Y después de un silencio, contestaba Heidi:
- ¡Huy, Pedro, que leche más rica! ¿Podré tomarla siempre que quiera?
Y decía el pastor:
- Claro, todos los días si te apetece.
Y volvía la imagen al televisor y se veía a la Heidi sofocada, con unos colores como ciruelas, y al Pedro tumbao en el césped con una cara de felicidad que no veas, y las cabras por ahí dando saltitos como diciendo.
- Hoy nos hemos librao, hoy nos hemos librao, viva la cabezona...
Yo era pequeña pero saqué mis conclusiones y mis padres no miraron a Heidi con buenos ojos nunca más.
Luego se fue la niña a Frankfurt y el abuelo fingió pena, pero en realidad estaba más feliz que una perdiz.
Y allí estaba la niña toda jodida porque no había ni leche en bote, ni abuelito enciclopedia, ni cachondeo. Estaba Clara, que era paralítica pero mucho más guapa, y la Heidi quería llevársela a toda costa para las montañas a que conociese a Pedro y bebiese buena leche, y decía:
- Lo bien que nos lo pasaríamos los tres en la montaña...
No era guarrindonga ni ná, la niña.
Claro que la señorita Rottenmeller le quitaba la tontería, que a esta mujer la odiaba todo el mundo y no sé yo porqué. Sólo porque quería que la niña llevase zapatos, estudiase y se comportara y porque la llamaba Adelaida. ¡Qué coño! A una niña que está todo el día preguntando tonterías y entre viejos, pues la pega más ese nombre que el otro.
La cosa es que como a la niña no la aguantaba ni Dios, la mandaron otra vez para las montañas, con la paralítica. El abuelo pedía ir al asilo a gritos, el hombre, y cuando la niña volvió a preguntar: ¿dime porqué huele el aire así?, el abuelito pensó: porque me he cagao nada más verte, pesada. El coñazo que no daría la niña que hasta la Clara se echó a andar.
Cambiando de serie, no es posible hablar de Heidi y no hablar de Marco, contemporáneo suyo.
Marco tuvo la mala fortuna de vivir en un hogar moderno en tiempos antiguos. La madre se va a trabajar por ahí, mientras el padre y el hermano, unos vagos, se quedan esperando como si tal cosa. El niño, que ni estudia ni nada, sólo se limita a ir con un zurroncito y con el mono a cuestas, se hace un tour by de face con la excusa de buscar a su mamá.
Lo que no sabe nadie es que Marco no encontraba ni la Ps3 ni el netbook por ningún sitio y se dijo:
- Se lo ha llevado mi madre, fijo, que siempre me amenaza con quitármelo si no saco a pasear al mono.
Yo creo que la madre había tenido un lío con el padre de la Heidi, porque Marco y Heidi eran clavaditos, y se lió la manta a la cabeza y se fue con ese hombre a vivir la vida.
Hablemos ahora de Mazinger Z. Esta serie sí que molaba. Mazinger y Afrodita son los bisabuelos de los Transformer.
Me enfada un poco el machismo de siempre, a Afrodita se la ven las tetas y Mazinger con el paquete oculto tras el pañal azul ese. Además, decía la dueña de Afrodita: ¡misiles fuera!, y se la disparaban las tetas. Pues no, tetas fuera, no seamos moralistas.
Yo recuerdo que mi madre, cuando vio a Afrodita en acción, le dijo a mi padre:
- ¡Huy, Paco! Que a esa monstrua se le ven las tetas. No sé yo si dejar a la niña ver esta serie.
Y mi padre contestó:
- ¿Y qué? Bien puestas que las tiene, no como tú. El Mazinger ese lleva cuernos y no digo yo nada.
Es verdad que Mazinger tenía cuernos. Parecían unos pinchos de acero pero eran cuernacos.
Creo que al final se casaron y tuvieron al Citroen Megane, ese que en el anuncio se convierte en robot bailón. Claro que si nos fijamos en las tetas de Afrodita y en el componente hereditario, también podría ser la madre de Yola Berrocal, vete tú a saber.
Después llegaron Oliver y Benji. Algo así como Cristiano Ronaldo e Iker Casillas pero menos puteros. Les entrenaba un tal Roberto Ceriños que era como Mourinho pero con mejor leche. Yo no sé porqué no contratan a ese entrenador, porque les hacía ganar siempre y los tenía en una forma física cojonuda, que corrían como galgos en un campo que parecía redondo e infinito. Hubiésemos ganado el mundial mucho antes, ya lo creo, y sin aguantar la ñoñez de Sara Carbonero.
Ya mucho después, aparecieron los Pokemon y Bola de Dragón, de los primeros se algo, de los segundos nada, solo que hay uno que parece que lleva un manojo de plátanos en la cabeza.
En los Pokemon, unos niños están todo el día tocándose las bolas. Esto es igual en la realidad, sólo que a éstos las bolas les evolucionan y les salen bichos absurdos. A mi hijo, que también está todo el día tocándose las bolas, lo único que le evolucionan son las uñas de los pies que han pasado de uñas a garfios.
A mí, de todos estos dibujos chinos modernos, el que más me gusta es Shin Chan, por sincero, por no ir de buenecito.
- Mira que trompa, que pedazo de trompa… Trompa, troooompa…
Lo que se dice un prototipo de futuro hombre actual, todo el día pensando en lo mismo. Aunque tiene tendencia gay, el chavalín, que también se pasa el día diciendo:
- Culete, culete; culete, culete...
Y lo muestra que es un primor.
Cuidadín, guapo, que como los sacerdotes budistas sean como los curas cristianos te van a quitar la tontería.
Dice tambien en Shin Chan:
- Los pimientos saben muy mal...
Hombre, no es que me gusten a mí los pimientos, pero para gentes que comen sopa de nidos de golondrina, cerdo agridulce, lichis y sopa de aleta de tiburón... Pues no sé, me parece un poco mal que se metan con los pimientos.
A todo esto, cabe decir que los americanos, cabreaos porque la pugna política de grandes naciones se llevara hasta las series animadas, inventaron los Simpson. Y como los chinos habían puesto a sus muñecajos blanquitos, como lavados con Ariel, pues los americanos pusieron a los suyos amarillo azafrán. Toma, joderos con los mensajes subliminales.
Y terminemos donde empezamos, con Heidi, con la cancioncita que anunciaba la serie mientras saltaban las cabras que parecían fichas de dominó, mitad blancas, mitad negras.
- ¡Lololololoriii, lolorii, lolorii, lololololorii, loloriiiii!
¡Un temazo!

miércoles, 16 de febrero de 2011

SAN VALENTÍN… ¡QUE CABRÓN, CUPIDO!

¡14 de febrero, el puto día de los enamorados! Si no le regalas algo se enfada, si le regalas algo que no es lo que espera... se enfada más.
La culpa de todo la tiene el Cupido ese, el sarasón rubito con alitas y arco que le complica la vida a uno sin que se lo pida nadie.
Ahí va, el gilipollas, lanzando flechas con los ojos vendados; y tú, tan tranquilo, en el metro, camino del curro, de repente notas una punzada en mitad del pecho -o del culo, que no es muy cuidadoso, el desgraciao- y de repente la que va sentada enfrente de ti rascándose la nariz, con pinta de bibliotecaria aburrida, también siente lo mismo. Y no sabes porqué pero la ves mona de repente, y la ves en tus brazos, en tu cama y en tu vida. Y en tu vida se queda quitándotela día a día.
Si es que hasta Apolo está a punto de despedirle y mandarlo al paro, que no da una.
- ¡Joder, Cupido, ya la has liado otra vez, coño! Que te quites la venda, leche, que tengo más reclamaciones tuyas que los de la OCU.
- Ya… lo siento, Apolo. Es que se me disparó el arco, y… la gente no para de moverse, y…
Pues digo yo, si quiere un entretenimiento que se cambie a los bolos o coleccione sellos. Y para este curro, que requiere precisión, que contraten a Guillermo Tell, que tenía mejor tino. ¡Cualquiera le deja a éste una recortada!
Creo que Apolo se ha puesto serio con él y le ha dicho:
- O practicas un poco o te paso a dios de la guerra, que los tienes a todos mas cabreaos que una mona. Igual te va mejor en ese ministerio.
Pero claro, Marte ha dicho que él no deja lo suyo, que le va muy bien en Irak y que tiene muchos proyectos de futuro para su empresa.
- ¡Jolines! Si a veces acierto... Mira con el Iker y la Carbonero, o con el Piqué y la Shakira
- Siiiii, esos van a ganar otro mundial por los cojones. ¡Coño, apunta a la Rosy de Palma!
- Lo he intentado, pero es que rebotan las flechas.
- Pues practica, Cupido, practica.
- Si a veces me sale. Mira Jordi Puyol y la duquesa de Alba, de esos no me dices nada, ¡eeeeh!
¡Que me dejaran a mí ajustarle a éste las flechas, se iba a enterar el muy mierda! Lo que tiene que hacer es preguntar antes.
- Oiga, usted, que le toca flechazo, ¿qué le gustaría?
Y ya tú, pues te lo planteas y le dices:
- Pues entre la Pataky, la Longoria y Bar Refaeli… la que más a mano te pille.
¡Joder! Que uno es comprensivo y no le exige una por narices. Pues ni aún así, el capullo va y te encaloma a Doña Asunción Rodrigañez Pinto, vecina de Tomelloso, y se queda tan ancho. Claro, como los ángeles no tienen sexo y no es él quien tiene que trincársela por las noches...
Bien es cierto que con el tiempo caduca el efecto y te puedes arrancar la flecha, pero claro, el divorcio te lo pagas tú, y ni indemnización por daños ni perjuicios ni nada. Además, que no sabes que es peor, porque te vuelve a ver tiempo después con la diana libre y lo mismo te endiña al vecino del cuarto, ese que te pone ojitos cuando bajáis juntos la basura. Y, claro… entonces sí que te han dado por culo, literalmente.
Yo le tengo tanto asco que en vez de Cupido tenía que llamarse Escupido, porque es de lo que le dan ganas a uno, de escupirle. Por favor, Apolo, haz una remodelación de gobierno y si no es posible que sea Escupido que al menos sea Ex-Cupido. Y si no que apunte a su madre y te joda la vida a ti.